Martin Heidegger, filósofo alemán, en su obra "Ser y tiempo" desarrolla una ontología existencial, que sitúa como punto de partida de la reflexión filosófica la comprensión que el hombre tiene de sí mismo y del mundo. Dice que las cosas diarias, como las herramientas, materiales, área de trabajo tienen un propósito. No existen en el aislamiento, esperando a que un filósofo extraiga su "esencia". Su relación con otras cosas es simplemente lo más relevante de ellos, y esto corta los límites de lo objetivo/subjetivo, animado/inanimado, o pasado/presente/futuro. El tiempo no es una entidad abstracta, sino una oportunidad para hacer algo.
Él dice que el hombre es entendido como "Dasein", lo que significa asumir las posibilidades de ser proyecto. El dasein ha de aceptar su condición de estar arrojado en el mundo, lo que significa que tiene que habérselas con su propia existencia. Tiene que verse como la posibilidad de "ser".
Si nosotros continuamente cambiamos nuestro significado, también cambiamos la manera en que nosotros vemos el mundo. Y eso nos redefine a nosotros. Nada es innato, ni si quiera el Dasein.
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